martes, 20 de agosto de 2013

1.910.- LA FERIA EN QUE MURIO PEPETE

José Clarós "Pepete"

En el mes de Marzo del presente año, el Club Taurino, en una de sus visitas a las ganaderías andaluzas, hizo un inciso para recuperar una costumbre piadosa que, antes, figuraba siempre en la programación de estos viajes.
      El sábado, 13 de Marzo por la mañana, varios socios se acercaron al cementerio de San Fernando de Sevilla a depositar ramos de flores y oraciones en los mausoleos de tantos y tantos toreros que reposan para siempre en el bello camposanto, Joselito, El Gallo, Sánchez Mejías, Juan Belmonte, El Espartero, Paquirri... nombres míticos de la torería, hombres que engrandecieron esta maravillosa locura del toreo. Y la tumba de Pepete. Pepete no era tan famoso como los arriba nombrados, pero en sus comienzos novilleriles era tanto su valor que, en Sevilla, se le comparaba con el Espartero. Era torero muy estimable que vino a encontrar la muerte en la Plaza de Toros de Murcia el 7 de Septiembre de 1.910.
      Se lo oí contar a mi padre tantas veces, le oí referir con todo lujo de detalles el entierro, que él presenció, con la curiosidad del niño de doce años que entonces era, desde la puerta del Hotel Universal (luego llamado Hotel Victoria), que hoy, al evocar al infortunado torero sevillano no he resistido la tentación de curiosear, en la Hemeroteca Municipal, la prensa de la época para intentar imaginarme cómo fue aquella feria, que ya pasó a ser, para siempre, la Feria en que murió Pepete.
     Con los periódicos delante revivo lo que mi padre me contaba. Lo primero, que Pepete, en un principio, no estaba anunciado, como podéis ver en los carteles que aquí reproducimos. Una feria de postín en las que se anunciaban tres corridas de toros los días 4, 7 y 8 de Septiembre y una novillada de lujo el día 11 y en la que se presentaban, las cuadrillas de los niños sevillanos formada por Limeño y Gallito, que no era otro que el famoso Joselito, que a sus quince años ya se perfilaba como un torero de época, como el futuro mandón del Toreo.
       Hay algo que me llama la atención y es que en la primera corrida, en la del día cuatro de Septiembre, actúa el veterano Antonio Fuentes, que había tomado la alternativa en 1.883, en la Plaza de Madrid, de manos del señor Fernando el Gallo. Tan gran torero era Fuentes, elegante, banderillero inconmensurable, que el Guerra lo designó heredero suyo cuando dijo aquello de “Después de mí “nadie” y después de “nadie”... Fuentes”.
     Por lo general, los toreros artistas, y Fuentes lo era en grado sumo, no andan sobrados de valor y esto le impidió mandar en el toreo, aunque su nombre siempre le daba prestigio a un cartel. En realidad, los que acaparaban el favor de la afición por aquellos días y sumaban el mayor número de festejos eran Ricardo Torres “Bombita” y Rafael González “Machaquito”.
     
 Como dije antes, me llama la atención ese primer cartel de feria en el que, con toros de Veragua, acompañan a Fuentes, Tomás Alarcón “Mazzantinito” y Antonio Pazos. Mazzantinito fue un torero de segunda fila y Antonio Pazos no llegó a eso. La categoría del cartel estaba en Fuentes y, hasta tal punto que, como podréis ver, los precios de la corrida en la que él actúa eran más elevados, puesto que la general cuesta 4,35 pesetas, mientras que el día 7 y 8 de Septiembre, con Machaquito, Bombita y Vicente Pastor, valen 3,48, por lo que hay que pensar que los honorarios del heredero del Guerra eran elevadísimos y que la modestia de sus compañeros de cartel equilibraba el presupuesto.
           Era el año de la despedida del veterano torero y la verdad es que la corrida no fue nada del otro mundo, según El Liberal del día 5 de Septiembre. Fuentes estuvo indeciso y solo en unos muletazos, al cuarto de la tarde, recordó al torero que alternaba con Reverte, Guerrita y el Espartero.
         En la prensa del día 6 ya se dice que Bombita no curará de la cogida que tuvo, en la feria de Málaga, hasta finales de Septiembre por lo que su actuación en Murcia era imposible, siendo sustituido por el diestro sevillano José Claro “Pepete” que, en realidad se llamaba José Gallego Mateo. El Claro era el segundo apellido de su padre.
José Clarós "Pepete"
Puede decirse que el valor fue su mayor credencial, pues al decir de las crónicas, no adelantó en arte y conocimientos, por lo que la afición sevillana, que esperaba más de él, le fue retirando su favor. No obstante, cuando tomó la alternativa en La Maestranza, en la Feria de San Miguel de 1.905, de manos de Bombita, alcanzó un gran triunfo que se repitió al día siguiente en que volvió alternar con su padrino y Bonarillo.
       Numerosas cogidas, y algunas de extrema gravedad, salpicaron su carrera lo que, sin duda, influyó en su ánimo y en la irregularidad de su trayectoria, dándose los consiguientes altibajos. Así llegamos al 7 de Septiembre de 1.910, día en el que ha de sustituir a Bombita, compartiendo cartel con la otra máxima figura de la época, Machaquito, lidiando toros de la prestigiosa ganadería de Parladé.
       El Liberal anunciaba los numerosos trenes especiales que vendrían de Alicante y, sobre todo de Cartagena, donde Machaco era muy querido, pues no olvidemos que, unos años antes, había contraído matrimonio en la ciudad hermana con la distinguida señorita cartagenera Ángeles Cletmenson.
       Nada mas comenzar la corrida, en el primer toro llamado “Estudiante”, Pepete fue cogido al hacer el quite que le correspondía. Con una cornada en la ingle ingresó en la enfermería, con la consternación de los espectadores que se habían percatado que el percance era grave. Machaquito, sobreponiéndose a la impresión, tuvo una actuación lucidísima, quizás la mejor de su vida, como refirió en más de una ocasión, pues mató a los seis toros de seis estocadas de las suyas, es decir, de las que se dejaba en los pitones del toro las chorreras de la camisa. Contrastes de la vida, mientras la Plaza entera lo aclamaba su compañero agonizaba en la enfermería, donde dejó de existir a las 6,40 de la tarde, poco después de finalizar el festejo.
        Los doctores Luis Gómez y Mariano Precioso, le apreciaron una herida de 6 cm. en la ingle derecha, con rotura de la femoral, que ligaron inmediatamente, pero que tenía también una trayectoria hacia el periné y otra hacia el vientre, causando horribles destrozos. El enfermo se colapsaba por momentos, por lo que se le administraron varias inyecciones de cafeína y éter y dos sueros Hayem para reponer las pérdidas de líquido sanguíneo. Todo fue inútil. Pepete no se reponía del colapso. Recibió la extremaunción que le administró el capellán del Colegio de San José, cercano a la Plaza de Toros.   
   
Córdoba 26-Sepbre-1908
Como es natural, El Liberal daba todo lujo de detalles de la cogida y de los últimos momentos del diestro que no cesaba de llamar a su madre, hasta que entró en coma. También decía que la noche antes de la corrida, el torero se presentó en la redacción del periódico, acompañado del crítico taurino Palitroques, del que era gran amigo y que manifestó su propósito de dar una gran tarde de toros.
        La Ciudad entera quedó conmocionada por la tragedia y fueron incesantes las visitas a la cámara mortuoria, que se instaló en la misma enfermería. Las cuadrillas lo velaron toda la noche y se dice que a Machaquito, a altas horas de la madrugada, tuvieron que arrancarlo a viva fuerza de junto al cadáver del compañero, pues tenía que torear al día siguiente y debía descansar. No obstante, a las nueve de la mañana ya estaba de nuevo en la Plaza para presidir el entierro que, a esa hora, se encaminaba hacia la Iglesia de San Juan, donde le esperaba el clero parroquial para rezar un responso.
      Murcia entera estaba allí, siguiendo aquel coche fúnebre, a la Federica, tirado por seis caballos. Guardia Civil a caballo ponía orden en la multitud que miraba con estupor el entierro de aquel torero que, lleno de vida, cargado de ilusiones, llegó a la ciudad dispuesto a triunfar. Machaquito, Vicente Pastor y cuadrillas acompañaron el cadáver hasta el cementerio de nuestro Padre Jesús. Pepete quedó en el Depósito, donde fue embalsamado. A la noche lo trasladaron a la Estación del Carmen para, en el furgón de un tren mixto, trasladarlo a Sevilla vía Alcázar de San Juan.
       El embalsamamiento fue llevado a cabo por los doctores Gómez y Precioso, en presencia del Subjefe de Sanidad D. Laureano Albaladejo y el forense D. Francisco Ayuso.
       Pero la vida sigue y a las cuatro de la tarde, horas después de la imponente manifestación de duelo, las cuadrillas de Machaquito y Vicente Pastor ya estaban en la puerta de cuadrillas para matar seis toros de D. Teodoro del Valle. El crítico calcula una entrada de unas ocho mil personas, las cuales fueron testigos del gran momento que atravesaba Machaquito, pues volvió a triunfar plenamente cortando orejas en el primer y quinto toro de la tarde. Vicente Pastor estuvo discreto, no pudiendo demostrar su fama de gran estoqueador, pues pinchó más de la cuenta.
          Dos días después el cadáver de Pepete llegaba a la estación de la Plaza de Armas de Sevilla. Desde allí fue trasladado al cementerio de San Fernando para ser, desde su mausoleo, un testimonio más -¡ y van tantos...!- de que esta Fiesta es inmortal, precisamente por eso, porque en ella se puede morir.
                     
                                                            Dr.Andrés Salas Moreno

agosto-2004

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